martes, 23 de junio de 2015

LOS CALLEJONES EN BARRIOS ALTOS

Una de las características más significativas del sector urbano de los Barrios Altos fueron y aún son sus callejones. No puede concebirse una historia de los Barrios Altos sin sus callejones, sin sus construcciones coloniales multifamiliares, verdaderos «pueblos» que albergaron a principios del siglo XX hasta doscientas familias, con sus caños y duchas, patios interiores, capillas con sus santos, e incluso, tiendas de abarrotes en su interior. Toda esta arquitectura urbana adquiere un cariño e identificación en la mentalidad y práctica de sus moradores, que incluso tienen nombres propios, adquieren una personalidad e identidad que las hacen diferentes a sus congéneres: San José, el Ponce, la Espada, el desaparecido callejón del Fondo, el Buque en camino de desaparecer, el callejón del Alma y muchos otros. Algunos callejones toman el nombre de un santo como San José y otros por su pequeñez y el número reducido de sus habitaciones, carecen de nombre y solo se les conoce por la presencia de una antigua familia. Los callejones barrioaltinos estuvieron y están formados por 15, 40, 100 o 150 habitaciones. Generalmente constan de dos o tres cuartos; en el siglo XVIII, XIX y buena parte del siglo XX carecían de servicios higiénicos al interior de las habitaciones. Otra de las características de la mayoría de callejones es que, por muy modestos o pocas familiasque albergue, rinden culto a un santo o santa a quien le construyen un altar o capilla. Una comisión se responsabiliza del cuidado de la imagen y de la celebración de una misa en su aniversario con su obligada procesión; finaliza en una fiesta con bebidas y comida donde participa eufóricamente todo el vecindario y los invitados. El santo o la santa que se venera en el callejón se convierte, en la práctica, en un poderoso motivo de reunión del vecindario, incluso convoca a familias que ya no viven en el callejón, pero que tienen el pretexto de regresar al barrio para encontrarse «con viejos amigos», «antiguas amistades» y rememorar tiempos mejores. Asimismo, los callejones de los Barrios Altos se convierten en semilleros de equipos de fútbol, conjuntos criollos, boxeadores, atletas, artesanos, profesionales, militares y otras actividades ocupacionales. Algunos callejones son tan poblados, como el de San José ubicado en el número 879 del jirón Huánuco, que pueden ser considerados como «cuasi pueblos». Esta concentración en los callejones de Lima y por extensión en los Barrios Altos, se reflejó a principios del siglo XX cuando el 60% vivió en estas construcciones multifamiliares (A. Panfichi, 1998: 36). Resulta reconfortante que en los últimos años algunas publicaciones sobre la historia urbana de Lima de principios del siglo XX incluyan a los callejones como un componente de su trama social y arquitectónica. Ello nos sirve de referente para nuestra investigación entre 1820 y 1880, como el informe hecho en 1906 sobre el «callejón de la Confianza que tenía casi la mitad de sus habitaciones a cuatro metros bajo el nivel de la calle» (G. Ramón: 181). Esta descripción es correcta, ya que la hemos recogido de una transmisión oral y aún hasta mediados del siglo XX, el «callejón de la Confianza» conservaba estas características. Se ubicaba en la esquina de los jirones Huanta con Puno. En la actualidad, 2004, aún hay callejones en esta zona de los Barrios Altos, uno de éstos era empedrado y tenía una entrada por el jirón Puno y otra por una calle paralela a ésta, donde estuvo ubicada la gráfica Fabri a mediados del siglo XX. ¿Había sido ya construido el «callejón de la Confianza» a mediados del siglo XIX? No lo sabemos aún con precisión documental, pero sí existen informes del Municipio de Lima acerca del impresionante crecimiento de la construcción de callejones en este período: «En las dos décadas siguientes, el número de callejones limeños prácticamente se duplicó (de 247 a 466), llegando a 471 en 1859» (ídem:138). Casi medio centenar de callejones había en Lima a mediados del siglo XIX. ¿En esta cifra estuvieron incluidos los de Abajo el Puente (Rímac)? ¿Cuántos de estos 471 callejones estuvieron ubicados en los Barrios Altos? ¿Acaso ya estuvo construido el «callejón de la Confianza» en 1859? La información del municipio limeño no da respuesta a estas interrogantes, pues solo es cuantitativa. Para obtener una información más detallada y puntual de los callejones de Lima en el siglo XIX, hay que recurrir a otro tipo de fuentes documentales, como los testamentos, que nos permitirá conocer a los propietarios, la ubicación aproximada de la propiedad e incluso el nombre de los callejones. Así tenemos en 1835, el testamento del sacerdote don José Merino, natural de Trujillo y residente por estos años en Lima, INVESTIGACIONES SOCIALES 145 donde declaraba que dejaba entre sus bienes, dos callejones conocidos como «Gigante» y «los Perros», ubicados cerca al monasterio de la Encarnación y que se encontraban hipotecados por seis mil pesos en la señora Carmen Pino Manrique. Por el monto hipotecado, se puede suponer que estas construcciones multifamiliares tuvieron un respetable valor, por lo que se convirtió en un sector atractivo para la colocación de capitales (inversión), de connotadas familias como es el caso de los Pino Manrique. También el testamento del sacerdote don José Merino demuestra que era propietario de cuatro casas y dos callejones en la ciudad de Trujillo, además de una capellanía de diez mil pesos situada en la hacienda Montalbán, ubicada en Cañete y cuyo dueño por ese entonces fue don Bernardo O`Higgins, prócer de la independencia de Chile con quien se encontraba litigando. 6 Don José Merino ordenó que todos sus bienes se vendieran. ¿A qué familia pasó la propiedad de los callejones «Gigante» y «Los Perros»? ¿Cuáles fueron sus precios? ¿Qué familias vivieron en estos callejones? ¿A qué se dedicaban? Esta es otra historia difícil de reconstruir, lo cierto es que ya no existe el monasterio de la Encarnación ni tampoco sus vecinos, los callejones «Gigante» y «Los Perros», la modernidad se los llevó. ¿Y dónde estuvieron ubicados? No lo sabemos con certeza, pero si tomamos como referencia que el monasterio de la Encarnación estuvo ubicado en la esquina de la calle Pando con la calle Cueva, a solo media cuadra donde después se construiría la plaza San Martín, tenemos que convenir que estos callejones estuvieron ubicados en el mismo centro de Lima a principios del siglo XX, tiempo en que aún existía el monasterio de la Encarnación y creemos que también los callejones «Gigante» y «Los Perros». En la medida que la modernidad, en sus múltiples variables, iba llegando al Perú desde mediados del siglo XIX a principios del siglo XX, la información sobre el patrimonio inmobiliario de Lima se fue haciendo más clara y precisa. En 1908, una comisión del Ministerio de Fomento describía el callejón Montañón ubicado en el Jr. Ica Nº 175 así: «Callejón ancho, hasta de cuatro metros de pavimentación [...] Cuartos de 100 metros (sic) con puerta de entrada baja, de una hoja, que tienen encima una ventana 6 AGN. Manuel Suárez año 1834-35, fs. 5v. Callejón del Buque. Esquina de la calle Suspiros. 146 INVESTIGACIONES SOCIALES pequeña y otra puerta que comunica con el corral que es pequeño, abierto [...] Techos de madera, [...] Muchos animales en los cuartos [...] Un caño de agua y un botadero para 135 personas [...] Precio del alquiler 6 soles [...]» ( Fanni Muñoz: 54). La descripción de las características del callejón es acertada, pero donde sí hay una equivocación es en la dimensión de los cuartos, pues es imposible que puedan medir 100 metros, sino la «tugurización de los callejones limeños» sería una farsa. Los cuartos de los callejones que hemos visitado tienen un área que va de los 8 a 15 m2 , excepcionalmente 20; de modo que la habitación como unidad familiar, si tiene dos cuartos, tendrá de 16 a 30 metros cuadrados, por ello, en muchas de estas habitaciones, se construyen «altillos de madera», en su interior o en sus techos, para poder albergar a la numerosa familia que va en aumento. En 1903, en un informe oficial, se contabilizó 642 callejones en Lima (F. Muñoz: 56, cita 47) que comparado con los 471 de 1859 ( G. Ramón: 138), registra un aumento de 171 callejones, es decir, 23% de crecimiento en 45 años, no obstante que en este período Lima incrementó su población aproximadamente en 100%. ¿Dónde se construyen estos nuevos callejones limeños?, ¿cuántos de éstos se construyen en los Barrios Altos? Difícil dar respuesta a estas y otras interrogantes, pero sí es un hecho que el aumento poblacional de Lima, sin ser explosivo a principios del siglo XX, no fue de la mano con la construcción del número suficiente de viviendas multifamiliares ventiladas e higiénicas para los sectores marginados de la sociedad peruana. Por estos años se hacía sentir «el alza de los alquileres», «la tugurización y la generalización de enfermedades en los callejones», deviniendo en el «problema de la vivienda», que hizo que en 1921 un cronista lamentara el abandono de la construcción del barrio obrero de Malambo, iniciado por don Guillermo Billinghurst, mientras que en Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Panamá y Cuba se habían construido millares de habitaciones para los obreros. Y concluía así: «Ojalá, en vista de la crisis de habitaciones que hoy nos agobia y que tiene que agravarse más cada día, ya sea por el estado o por iniciativa particular, se inicie lo más pronto la construcción de casas obreras, única forma en la cual podremos encontrar la solución del arduo problema de las habitaciones para el pueblo» .
Recopilado de: http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtualdata/publicaciones/inv_sociales/n13_2004/a08.pdf  el día 12 de junio del 2015.




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